Travels

Roadtrip por Corea: amaneceres fríos y patrimonio

December 21, 2018

Cuando aún estaba en Santiago, Jin me propuso extender el viaje para que pudiésemos recorrer Korea por más tiempo. La estadía en Seoul había sido maravillosa y obviamente me apetecía apreciar de más cerca un país que prontamente sería mi nuevo hogar.

Si les contase en detalle cada una de las cosas que hicimos, este post tendría por lo menos ocho partes, así que, al igual que las veces anteriores, me detendré a contar los highlights de la intensa semana que tuvimos en este roadtrip:

1. Pyeongchang

El condado de 평창 fue la primera parada. Perteneciente a la provincia de 강원도 (Gangwon-do), que es una zona montañosa llena de vegetación y frío. Los días que estuvimos allí tuvimos cerca de -2 y 7 grados celcius y eso, mi cuerpo latino, no logró aceptarlo muy bien.

Es una zona un poco más conocida para occidente ya que los juegos olímpicos de invierno de este año se celebraron allí. De hecho, nuestro hotel (Intercontinental Alpensia) fue donde alojaron muchos competidores y aún guardaba vestigios de los juegos (figuras de las mascotas de las olimpiadas, recuerdos, publicidad, y varias cositas más que eran divertidas de mirar).

Lo primero que hicimos al llegar fue ir a una granja de ovejas, las que solo estaban ahí para ser hermosas, gordas y lanudas. Pudimos alimentarlas y pasear por el amplio prado donde ellas corrían libremente. Era la misma lógica que el café de perros: Las ovejas estaban ahí para ser una atracción turística, así que las cuidaban mucho y se veía no sufrían ningún tipo de maltrato.

Daegwallyeong

Luego de estar tres horas en ese lugar, bajamos por una cuesta (donde sufrí un mareo terrible, por cierto) hacia el restorán donde queríamos almorzar. Yo estaba un poco resfriada así que Jin buscó un lugar que tuviese comida abundante y que me ayudara a reponer fuerzas. Y ERA MUCHA COMIDA.

Según lo que me contaban, ese tipo de preparaciones se hacía para la gente que trabajaba en los campos de arroz. Al finalizar la jornada, el dueño de los campos, no sólo les pagaba, sino que también ofrecía una comida completa que pudiese ayudar a reparar el cansancio del día.

Aquí yo, enferma, enfrentándome a un gran festín.

Antes de volver al hotel pasamos al café Terarrosa y quedé impactada. Impactada por el nivel de los filtrados y lo delicioso de los canelé (a mi ni me gustan los canelé pero estos estaban supremos).

Esa noche cenamos algo liviano y estuvimos en el bar del hotel hasta temprano porque al siguiente día, nos teníamos que levantar a las cinco de la mañana para alcanzar a llegar a la playa de Jeongdongjin, y alcanzar a ver el amanecer.

Y ahí, muertos de frío, casi congelándonos, vi por primera vez cómo amanecía por el océano. ¿Fue poético? Sí. ¿Lloré un poco? También. Es que una es sensible con estas cosas, y poder ver, en silencio- porque todos los presentes guardaban silencio- como amanecía y lo lejos que estaba de mi casa me dejó un sentimiento profundamente sobrecogedor… Que duró dos minutos porque después volví casi corriendo al auto.

Amaneciendo con -2 grados

2. Gyeongju

Continuamos esa mañana bajando por una ruta costera muy agradable y llegamos a la ciudad de 경주. y puedo admitir con letras mayúsculas QUE ES MI CIUDAD FAVORITA DE KOREA.

Gyeongju lo tiene todo: casas bonitas, templos, parques, lugares patrimoniales, bares, y gente amable. Estoy enamorada. Fin.

Como capital del antiguo reino de Silla, obviamente tiene un sinfín de atractivos turísticos que no podíamos dejar de visitar: el templo de Bulguksa, construido en el año 528, y la gruta del buda Seokguram, ambos declarados patrimonio por la Unesco.

Observatorio de Cheomseongdae

De noche, recorrimos el parque de Anapji, utilizado para realizar grandes fiestas en épocas pasadas y volvimos a nuestra guesthouse.

Durante la mañana siguiente, nos levantamos a las 7 am para poder tomar desayuno y aprovechar de recorrer sin tanta gente el parque del observatorio de Cheomseongdae, y visitar la villa tradicional de Yangdong, la cual mantiene aún un tipo de autenticidad que otras villas tradicionales han perdido con el paso de los años.

Anapji, lugar de fiestas y perreo intenso.

3. Ulsan

Llegamos a Ulsan y yo estaba un poco nerviosa. Conocería al papá de Jin, y obvio que una se pone nerviosa con esas cosas.

Lo que puedo contar de Ulsan es que: comimos en un Mcdonnalds y que conocí las escuelas donde estudió Jin. Fueron dos días mucho más tranquilos y hogareños, donde pudimos disfrutar del parque de Taehwagang, el cual estaba LLENÍSMO porque era temporada de flores de otoño y además, era un clima ideal para caminar en su bosque de bambú.

Siendo bellos entre las flores

En Ulsan nos alojamos en el Lotte Hotel, y me sigue impresionando la cantidad de cosas que maneja Lotte, ¡lo hacen todo!

También fuimos a Ganjeolot, un parque a las orillas del mar, que también es el punto donde amanece más temprano en la Korea continental. Un lugar lleno de parejas, donde caí en cuenta que, en general, Korea es un país con atractivos turísticos diseñados para conocer de a dos.

4. Busan

Cuando llegué a Busan pensé “oye, pero aquí todos los hombres son guapos”. Le pregunté a Jin por qué acá la gente era más bonita y me contaba de un dicho que dice algo como “hombres del sur y mujeres del norte”… y era efectivo. Los rasgos eran levemente distintos y tenían una apariencia mucho más atractiva (así como las mujeres de Seoul, las cuales son del “norte” y bueno, son preciosas).

Pero no todo fueron hombres bellos, sino que también fue una zona de comida sabrosa: mercados con productos marinos, sopas picantes y tofu y un Dak galbi glorioso (pollo, verduras, salsa picante, fideos de camote).

Busan es zona de playas. Probablemente es el balneario más visitado por los Koreanos en épocas de verano, y era bonito ver cómo las utilizaban incluso en noches frías: comercio ambulante, shows callejeros mezclado con gente que prendía sus propios fuegos artificiales, daban al lugar una atmósfera relajada y muy acogedora.

Mercado en Busan

Esa noche nos sentamos en el segundo piso de un Starbucks y, mientras veíamos el océano y muchas chispas de colores de los fuegos artificiales fuimos felices y agradecidos.

5. Jeonju

El último destino continental fue 전주, ubicada en la provincia de Jeolla del Norte. Visitamos el santuario de Gyeonggijeon Shrine y la aldea tradicional. También comimos un bibimbap maravilloso, y cómo no hacerlo si la ciudad es la tierra natal de este plato.

En Jeonju pudimos recorrer un poco más tranquilos. Como era el último día teníamos que volver relativamente temprano para llegar, limpiar la casa y preparar las cosas, ya que al otro día teníamos el vuelo a Jeju y partía a las 8 de la mañana.

Atardecer en Jeonju

Efectivamente los días recorriendo el país se me pasaron volando. Estaba asombrada por cada rincón, cada comida, cada aldea, templo, cementerio. La gente siempre me trató amablemente y fui bien recibida en cada lugar que visité.

No puedo decir que conozco todo sobre Korea. Afirmar que es el mejor país me resulta un poco antojadizo ya que sólo estuve un mes y medio, tampoco puedo hacer una descripción profunda de su sociedad y gente, pero sí les puedo afirmar que existe una seguridad y amabilidad que SÍ calza perfecto con “y verás como quieren en chile– korea, al amigo cuando es forastero”.

Bulguksa. Una turista amorosa nos ofreció tomarnos una foto.

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