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Lo que aprendí en Namhae

November 4, 2020

Sé que ha pasado mucho tiempo desde mi última entrada al blog. De hecho, fue hace casi medio año atrás. Y ahora ni siquiera vengo a hablarles de algo que pasó hace poco, sino de un lugar que visitamos en septiembre para nuestro aniversario de matrimonio.

En un principio pensé hacer un post recomendando lugares de la isla, dónde nos alojamos, qué hicimos, etc. Pero  probablemente esa información la tenga en Instagram y me la puedan preguntar directamente por ahí. Y como el blog no tiene tanta constancia, ni tantos lectores prefiero dejarlo como un pseudo diario de vida, como cuando en el año 2007, estando en segundo medio, me creé una cuenta en blogspot y ansiaba llegar del colegio para sentarme a escribir sin parar. Muchas veces no me aguantaba y escribía en papel para luego traspasarlo a digital. Ese blog fue un gran refugio por varios años, conocí mucha gente talentosa y atormentada, llenas de ideas y de creatividad en sus cabezas.

Pero bueno, el tema es otro. Mi plan era hablarles del primer aniversario de matrimonio que celebramos con Jin y cómo decidimos pasarlo e una isla al sur de la península coreana. Por temas de coronavirus no podíamos salir del país, y ya habíamos visitado Jeju hace poco por mi cumpleaños, entonces Jin pensó que este lugar, tranquilo y no tan visitado era ideal.

Partimos a las 3 de la mañana porque queríamos llegar a una villa que tiene campos de arroz plantados en terrazas lo más temprano posible. Puede parecer una locura, pero Corea es un país pequeño y repleto de gente. Si quieres disfrutar los lugares en calma, tienes que madrugar sí o sí.

Logramos llegar a nuestro destino cerca de las 9 de la mañana y fue maravilloso. No había mucha gente, el clima estaba ideal para caminar y la mezcla de las plantaciones con el mar generaba un paisaje que dejaba sin aliento. Nos sentamos en una banca por mucho tiempo en silencio a disfrutar de todo lo que se nos entregaba.

Paseando entre las plantaciones

Ya a las 11 am nos dirigimos a una pequeña cafetería que existe en el lugar y que sirven productos que cosechan en una huerta propia. Al llegar una mujer me saludó muy amorosamente y fue ahí que Jin me comentó que el dueño del lugar aceptaba a personas para vivir allí, dándoles comida y alojamiento y por retribución pedía que le ayudasen en la huerta y con arreglos pequeños. El dueño se acercó a saludarnos, nos comentaba que era de Seúl pero que venía al local todos los fines de semana y siempre que tenía tiempo libre. Era una desconexión de la realidad, de la ciudad y del caos que necesitaba, su cuerpo se lo pedía.

En la tarde, nos dirigimos a la villa alemana que existe en la isla, tomamos cerveza y comimos cosas ricas. Nos acostamos temprano porque al otro día teníamos que levantarnos temprano para ir a una clase de cerámica que atendamos para el mismo día de nuestro aniversario.

La cerámica siempre me ha parecido un trabajo bello, en realidad cualquier trabajo que implique la manualidad, los oficios, me parece mucho más interesante que otro tipo de actividad. Pudimos haber ido a un restorán elegante, pero escogimos hacer cerámica por algo, que según mi punto de vista, me resulta trascendental: generar conexión con tu pareja a través de momentos de paz, de soledad y de tranquilidad.

Cuando vine por primera vez a Corea estaba maravillada con lo enorme que era Seúl, y si bien me sigue maravillando, ahora busco experiencias y actividades mucho más pausadas, que me inviten a la reflexión y que me ayuden a meditar a través de la práctica.

Creo que no se entiende muy bien lo que quiero decir, pero en sencillo es: estamos tan rodeados de estímulos, tan llenos de información, de tecnología, de opiniones, ruido, voces, gente, que parar un poco es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos.

Un ejemplo concreto que podría dar es mi consumo personal. Cuando vivía en Chile tenía una obsesión por comprar ropa. Tenía muchas cosas y siempre sentía que me hacían falta otras. Al venirme decidí vender, regalar o dejar muchas cosas. Literal tenía 15 abrigos, 15. ¿Para qué necesito 15 abrigos? Me traje 5 y ahora solo tengo 2, los otros los doné.  Mi consumo ha cambiado, tengo menos cosas pero no me siento vacía. Esa necesidad de compra estaba mediada por mi consumo de imágenes y publicidad. Ahora no necesito tanto para ser feliz.

En fin, con la cerámica pasó algo similar. Podríamos habernos regalado relojes caros, carteras, computadores pero no, optamos por regalarnos un curso de 3 horas, trabajar juntos y hacer tazas. Y las amo! Las utilizamos todos los días. Siempre que me sirvo mi café de la mañana en la taza que hice se me sale una sonrisa porque recuerdo lo bien que lo pasamos haciéndolas, nuestras caras de concentración, nuestros intentos fallidos, y el producto final. Hacer una taza se parece mucho a construir una relación. Suena cursi, lo sé, pero con firmeza, cariño, cuidado, prolijidad y dedicación se puede crear una obra de arte, y son esas mismas cualidades las que debemos cuidar en nuestra pareja y en nosotros mismos.

 

Paseando por Namhae

Paseando por Namhae

En este primer año de matrimonio que pasó nos veo mucho más tranquilos y en paz con nosotros mismos y con la vida en pareja. No es fácil vivir día a día con otra persona, pero tampoco es una tortura. Aprendí que las relaciones no tienen que ser sufridas, que no hay que pasar llorando, que el apoyo y el cariño de tu compañero o compañera te puede ayudar a florecer.

Por ejemplo, esta misma página web me la regaló Jin cuando le conté que quería volver a escribir después de muchos años. Ese tipo de actos que ayudan al otro a volver a encontrarse consigo mismo. Eso es amor.

Este año ha sido particularmente difícil para todos. Es probable que todos buscásemos formas para estar mejor, más sanos. Esto es lo que me ha funcionado a mi: dejar de llenar mi caja personal con cosas innecesarias, vaciarlas, dejarlas en blanco, aprender de ese vacío y, desde allí, construirse un poco mejor.

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4 Comments

  • Reply
    Fernanda
    November 5, 2020 at 6:20 pm

    Me encantó la forma en la que construiste el relato, comenzando por una experiencia, un paseo que tuvieron para terminar reflexionando sobre cómo llenamos nuestras vidas de cosas innecesarias. Es verdad, nuestros vacíos los queremos llenar con lo que encontremos a mano, pero ese sentimiento dura muy poco, es más útil aprender a convivir con ellos, habitarlos y como dices construir desde ahí. Creo que este año nos ha dado una mano con eso.

    • Coosmia
      November 13, 2020 at 1:13 am

      durante estos meses hemos aprendido estas cosas de a poco. Supongo que todos tendremos experiencias y vivencia personales que nos harán crecer. Un abrazo grande, Feña querida

  • Reply
    Ale
    November 27, 2020 at 12:18 pm

    Que lindo , cómo escribes la verdad es que a veces no nos damos cuenta pero se necesitan menos cosas y más actos de amor . Un abrazo desde Chile 🇨🇱

    • Coosmia
      December 28, 2020 at 6:29 am

      Muchas gracias Ale! A veces es difícil darse cuenta de las cosas hasta que uno cambia totalmente de escenario. Un abrazo enorme a hasta Chilito jeje

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