Una de las cosas que teníamos que hacer sí o sí en mi último viaje a Corea, era registrar nuestro matrimonio. Por temas de visa (que explicaré cuando esté todo listo y tramitado), necesitábamos hacer este paso allá antes que en Chile.
A simple vista parece fácil. En Corea los matrimonios son expeditos, y la cultura del pali pali (팔리 팔리) también llegó a ellos.
De hecho, las ceremonias, cuando no son tradicionales, son cortas. Cuando se casó uno de mis amigos, en octubre pasado, duró cerca de 20 minutos, de ahí tuvimos un almuerzo tipo buffet y fin. Nada más. Y como las ceremonias no son oficiadas por funcionarios “registro civil” de Corea, en el fondo el matrimonio sigue siendo simbólico hasta que no se vaya a registrar a una oficina de distrito.
Y claro, ese registro también es muy sencillo: se llena un formulario con antecedentes de la pareja y sus respectivos padres, se entrega a la persona que está detrás del mesón y listo. Estás casado. ¿Te dan alguna libreta de matrimonio como acá en Chile? No. Solo recibes un papel donde dejan constancia de que fuiste a registrar tu matrimonio y que la resolución final te llegará con un aviso de mensaje de texto entre 3 y 7 días. Sencillo.
El tema es que como yo soy extranjera, necesitaba demostrar que no estaba casada acá en Chile, así que antes de cualquier otro trámite, tuvimos que asistir a la embajada de Chile, para obtener un certificado de soltería.
Este certificado solo especifica que según la ley chilena eres soltera/o y que esto lo declaran y confirman dos testigos. En nuestro caso, el primo de Jin y su sobrina nos ayudaron. Todos quedamos muy sorprendidos de que, aunque este trámite no era el final, parecía mucho más ceremonioso que la inscripción del matrimonio en sí.
La embajada de Chile está en Myeong-dong (명동), y la oficina de distrito que nos corresponde por el lugar de residencia es la de Jongno, así que, como no está muy lejos, tuvimos tiempo suficiente para almorzar todos juntos, conocernos mejor (porque era la primera vez que los veía), tomarnos un café y con calma, caminar hasta la oficina.
Llegando ahí nos encontramos con la sorpresa de que no nos podían recibir el papel en español ni en inglés, que tenía que estar traducido al Coreano. Lo extraño fue que no importaba que fuese una transcripción notarial, de hecho, Jin pidió unas hojas y lo hizo él mismo (de eso no puedo subir fotos porque salen nuestros antecedentes personales).
En total, todos los trámites nos demoraron casi 7 horas, pero no fue difícil. Fuimos la tercera pareja Coreano-Chilena en casarnos este año, así que si alguna de las anteriores está leyendo esto, contáctenme haha, me encantaría conocer otras experiencias.
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December 8, 2020 at 7:53 amSoft