Cuando me acerqué a la obra de la surcoreana 한강, nunca esperé encontrarme con un mundo tan abrupto. Sí, en ese eterno desconocimiento en el que vivo, creía poder encontrar literatura asiática con historias de mujeres suaves, de mujeres etéreas, pero caí en un mundo lleno de mujeres primigenias, salvajes, eróticas y sexuales.
La autora nació en Gwangju, y por lo que he leído, los sucesos históricos ocurridos en esa zona lograron marcar su prosa, e incluso llevarla a escribir “Actos Humanos”, libro que relata la masacre ocurrida en la década de los 80 durante la dictadura de Chun Doo-hwan.
Pero hablar de Han Kang desde su biografía, no parece tan interesante como hacerlo desde su libros.
El primer texto que leí de ella fue “La Vegetariana”, con el que llegó a ganar el “The Man Booker International Prize” durante el año 2016.
Con una historia que se divide en tres, el libro me mantuvo atrapada desde el comienzo, logrando terminarlo en un día y medio. Esto fue lo que escribí en una libreta al minuto de terminarlo:
“El cuerpo como lugar de libertad. Un cuerpo andrógino y sensual. Erótico sin querer serlo. Salvaje, violentamente salvaje. Despojado, abierto, suplicante desde la necesidad de abrirse un camino propio.
Leí “La Vegetariana” en un día y medio. Si bien no es un libro larguísimo, si se me antojó demandante. Es el primer acercamiento que tengo a la obra de Han Kang y no sé qué sentir al respecto. Llegué pensando en un tipo de obra asiática sutil, parecido a lo que hace Yoshimoto, pero si en los libros de la nipona encuentras cuerpos como juncos, acá toda flora es primigenia, voluptuosa, sangrante, terrible y poco convencional. Atravesar las 200 páginas y fracción del texto fue un desafío mental. Lo acabé llorando y no sé muy bien porqué”
Luego, The White Book me llevó a un viaje sensorial similar a lo que sucedió con Acorn de Yoko Ono. Una oda al espacio, espacios blancos, espacios vacíos, espacios llenos de otros espacios mentales. La muerte y la pureza.
También, esto fue lo que escribí al momento de terminarlo:
“Standing at this border where land and water meet, watching the seemingly endless recurrence of the waves (though this eternity is in fact illusion: the earth will one day vanish, everything will one day vanish), the fact that our lives are no more than brief instants is felt with unequivocal clarity”. Jin me regaló 흰 de Han Kang y es un libro difícil. Difícil por lo personal, por lo subterráneo y brillante. Difícil por su crudeza y por la ventana que te abre una autora que siempre es salvaje, pero a la vez vaporosa.
Siento que este fue un pésimo review de libros. Quizás más adelante lo vuelva a editar. Con esta autora me sucede que no tengo la claridad suficiente para aproximarme siquiera un centímetro a lo brillante de su prosa. Ojalá algún día describirte bien, querida. O quizás lo bueno de ti sea eso, que eres indescifrable.
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